Un estado de salud complicado
Una familia y sus peludos unieron fuerzas para salvar la vida de un pequeño gatito huérfano. Cuando la voluntaria Kelsey Minier recogió a Fiona, la minina sólo pesaba 82 gramos.
Debido a su fragilidad, había que vigilarla las 24 horas del día.
En la página web de Love Meow, la voluntaria explica que el animal "tenía una infección de las vías respiratorias superiores, pero era demasiado pequeña para recibir tratamiento".
Con el tiempo, el estado general de Fiona mejoró un poco. Desgraciadamente, un día su salud empeoró de forma inesperada.
"Empezó a perder energía y dejó de comer. Según el veterinario, el problema pudo deberse a lo pequeña que era”.
Peluda al rescate
Kelsey se siguió haciendo cargo de la pequeña gatita, pero esta vez, tuvo un apoyo increíble.
Ethel, su perrita, parece haberse encariñado especialmente con esta pequeña y se dedicó a darle todo el calor y cariño que necesitaba.
La perrita, Ethel, fue rescatada de un refugio cuando era cachorrita, junto con una hermana. No podían quedarse ahí porque mamá estaba muy estresada y no se podía hacer cargo de las perritas, así que Kelsey entró en acción como familia temporal.
Lo que no imaginaba era que nunca más sería capaz de separarse de Ethel y que se convertiría en parte definitiva de su familia.
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Y parece que también le gusta lo de voluntariar para salvar gatitos, igual que a su humana. Gracias al cariño y los cuidados de Ethel y Kelsey se produjo un milagro: Fiona se recuperó.
Poco a poco, se puso más y más fuerte. Llegó el día en que pudo comer solita y ya no tomó biberón; se lanzó a jugar como cualquier gatito pero no dejó de disfrutar de los mimos con Ethel.
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